He de reconocer que mi primera reacción fue de enojo. Fue el
pasado 24 de Septiembre y el whatsApp de un familiar me alertó que una de mis
fotos había sido publicada en el Instagram de Cabronazi sin mi autoría y sin mi
consentimiento.
La foto en cuestión tenía 215 Me gusta…¡por minuto! Eran las 15:10 h y ya contaba con 41.281 Me gusta;
veintiséis minutos más tarde, a las 15:36 ya contaba con 46.858 me gusta y a
las 23:39 h de ese mismo día el contador marcaba 84.381.
No daba crédito a lo que mi retina veía. Conocía la página y
la polémica que la envolvía, ya que aunque empezó siendo un divertimento para
su creador, su exponencial popularidad (20 millones de seguidores entre todas
sus cuentas) en un corto período de tiempo la convirtió en un negocio rentable
con el que lucrarse.
Leo en “El Pais”: youtubers, cómicos e ilustradores llevan años denunciando que esta
cuenta ha crecido a costa de publicar contenido ajeno, sin citar siquiera la
autoría de las publicaciones.
Publicar
contenido de otra persona sin su consentimiento, y con ánimo de lucro podría
suponer una infracción de derechos de autor. Citar a la fuente original
"no supone un atenuante de una posible infracción", explica a Verne Borja Adsuara, experto en derecho digital.
Lo que es necesario es pedir permiso al autor y que se respeten las condiciones
de publicación que este exija.
Actualmente, junto a los tres fundadores trabajan otras diez personas,
siempre según su versión.
Según
desvelaba el diario El Confidencial, Cabsodisa SL, la sociedad
que gestiona las diferentes cuentas y marcas de Cabroworld y Cabronazi, facturó
474.225 euros en 2016 y, en 2017, 369.388 euros. Tras la publicación de esta
información, muchos creadores de contenido han reprochado a la empresa que
parte de ese dinero se haya conseguido a su costa.
Mi primera idea fue intentar asesorarme, y estuve indagando
por internet este tipo de situaciones, pero enseguida llegué a la conclusión
que cualquier intento de denuncia hacia Cabronazi, además de una gran inversión
de tiempo (del que no dispongo), podía quedarse en agua de borrajas.
Sólo queda realizar esta denuncia pública y esperar un
cambio en la legislación, un cambio real, ágil y operativo que acabe con este
tipo de situaciones.
No es la falta de
autoría en la foto lo que me enfada, no es la ausencia de autorización en
publicarla, lo que realmente es deleznable es la permisividad ante los
insultos, risas y vejaciones de los comentarios publicadas por las personas,
dirigidos al señor mayor que aparece en la foto. Esto es lo que realmente me
crispa y me lleva a pensar la paupérrima vida que deben de llevar algunas
personas que escupen tales improperios.
La foto en cuestión está tomada durante un encierro de toros
en la madrileña población de Ajalvir, hace ya unos años.
Parece, por la inclinación de la toma, que ha sido captada
de la exposición que realicé en la plaza de toros de Las Ventas, de Madrid, el
pasado mes de Mayo. Es decir, es una foto tomada de la foto expuesta en la
muestra.
Señores de Cabronazi, no hagan honor al nombre de su
empresa, y por favor, no se lucren del trabajo ajeno, que ni es suyo, ni les
corresponde.
Atentamente, el autor, Raúl Barbero Carmena.
Posdata: Tres días más tarde, el 27 de Septiembre,
los likes en Instagram habían
alcanzado los 104.671 y a día de hoy, en Facebook cuenta con 7.781 me gusta,
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