26 de marzo de 2018

ZAMORA VIVE LA SEMANA SANTA


Doce fotografías del jueves santo en esta ciudad castellana con las procesiones de la cofradía Virgen de la Esperanza, Cofradía de la Santa Vera Cruz, Disciplina y Obediencia y la Penitente hermandad de Jesús Yacente.












Arco de ladrillo. Valladolid

Existen elementos efímeros que con el paso del tiempo se convierten en permanentes.

Tal es el caso del Arco de ladrillo, una estructura que consta -según me indica Wikipedia- de 147.276 ladrillos, que no alude al “chino mártir que los contó ni al delito que cometió para dirimir su pena, pero sin duda tuvo que ser muy grave-.

El arco fue levantado antes de la llegada del ferrocarril a la ciudad de Valladolid, sobre el trazado de la vía férrea cercana a la estación del Norte o Campo Grande, de los trenes que llegan desde Madrid.

Un puente se tiende para acortar distancias o para sortear montañas, un puente se coge para disfrutar de más días de asueto enlazando festivos de la jornada laboral y un puente se tiende para acercar posturas enfrentadas.

Qué razón tenía Isaac Newton cuando dijo que Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes y cuando Bertrand Rusell apuntaba que Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.

Sin duda, el ser humano no sería ya capaz de vivir sin estas estructuras que han convivido y seguirán conviviendo con nosotros para siempre.

El puente que hoy centra nuestra atención ha cumplido más de 150 años, -162 para ser exactos- y ahí está, como proclamaba Ana Belén con la “Puerta de Alcalá”.


La imagen corresponde a una fotografía estéreo positiva en soporte de cristal, de mi colección particular, fechada hacia 1870-1880 y en ella se aprecia una animada escena con una locomotora en dirección salida de la estación de Valladolid. 

© Fototeca Raúl Barbero