Hoy la luz en La Chata era mala y no invitaba a levantar el
objetivo. Era una luz insuficiente y plana. Desde el callejón de cuadrillas me
asomé a la plaza y observé su singularidad. Y algo me llamó la atención.
El
hecho de estar cubierta y únicamente dejar pasar la luz por la apertura circular
que rodea la cúpula, hacía que los rayos del sol iluminaran parcialmente una
muy pequeña parte del coso.
¡¡¡Bien!!! Teníamos luces –altas luces- y sombras
profundas. La esperanza se hacía hueco. Ahora
ya sólo quedaba que la suerte y al azar hicieran que toros y recortadores
transitaran esos terrenos. Y en algunas ocasiones leyeron mis pensamientos. Ya sólo
quedaba disfrutar del resultado.
¡Ah! Por cierto, algún que otro recortador sale en las
imágenes.
Nota: Estas imágenes son el resultado de la captura en
cámara con los parámetros de exposición adecuados, no habiendo sufrido
alteración ni edición posterior, salvo algún ligero y mínimo ajuste.