30 de septiembre de 2016

Mi primera vez

He de reconocer que la primera vez que lo hice me sentí extraño. Estuve mucho tiempo aguardando ese mágico momento en el que te enfrentas con la realidad.

No había planeado, ni siquiera imaginado lo que esa noche me iba a encontrar, y dudaba… ¡cómo no iba a dudar! Era… mi primera vez.

Lo que tenía entre mis manos me provocaba unas sensaciones muy agradables, mucho más de lo que me habían contado quienes ya lo habían hecho. Había oído que la simbiosis que se producía era perfecta y que cuando lo probabas eras incapaz de ya de pensar en otra cosa.

Todo ocurrió en una feria, sí, durante las fiestas de un pueblo cercano y he de confesar que aquel día me enamoré. Las quince semanas anteriores fui incapaz de cogerla, de tocarla, pero esa noche me lancé. 

Tras más de treinta años siendo fiel, mis ganas de cambiar y probar cosas nuevas, me hizo cambiar la percepción que hasta la fecha había tenido de las cámaras réflex, -único sistema que había utilizado – y esa noche saqué a pasear a mi Fuji X-100T, cámara sin espejo, y he de decir, que no me defraudó.


He aquí el resultado de haber pecado; espero y deseo que no sea la última vez.