Almonacid del Marquesado es una pequeña población de la región de Castilla en España que mantiene una tradición singular desde tiempo inmemorial.
Conocida como “La Endiablada”, el 3 de febrero es el día grande de la festividad, en honor a San Blas. Los vecinos del pueblo vestidos con trajes de llamativos colores, mitra episcopal, tres cencerros de gran tamaño y porra, recorren las calles danzando y saltando, dando carreras a gran velocidad delante del santo profiriendo vítores con gran entusiasmo.
El rito comienza a primera hora de la mañana, es invierno y hace frío. Tras recorrer los diablos, dispuestos en filas, las calles del pueblo haciendo sonar con gran estruendo los grandes cencerros que llevan en su espalda.
Tras un descanso de una hora, a las 12 h. a.m. se reúnen en la plaza de pueblo, la cual rodean, para ver bailar a las mujeres, con unas danzas de paloteo, cintas de colores, al son de la música de dulzainas y tamboriles.
A continuación diablos y danzantas con sus trajes regionales se dirigen a la iglesia, para acompañar a su patrón, San Blas, en procesión. Es entonces cuando se desata la locura entre los diablos, los cuales, se encaminan en círculo, saltando hacia el santo patrón, con gesto endiablado y mirada ida, confiriéndole ¡vivas!. Niños y mayores participan de este rito cuyo origen es incierto, y aunque está documentado desde el siglo XVII, la tradición oral lo sitúa en época romana.
Sea cual sea el origen de este rito, se celebra actualmente con gran devoción, y es una de las tradiciones más antiguas de España.
A las 14,00 h., ya de vuelta la imagen de San Blas a la iglesia, los diablos, danzantes y visitantes se retiran para comer.
La fiesta continúa a las seis de la tarde, donde los diablos salen de su sede para dirigirse al cementerio. El Sol va cayendo por el horizonte. Allí los diablos –este año 136- honrarán unos minutos a sus seres queridos, delante de sus tumbas.
Tras ello regresan al pueblo, se concentran en la plaza donde vuelven a hacer sonar sus cencerros y se van a descansar de nuevo.
El rito termina cuando a las ocho y media de la noche,
recorren de nuevo las calles de la localidad haciendo sonar sus grandes
cencerros para finalizar su recorrido en la plaza. Allí, van a buscar a Aniceto
Rodríguez, diablo mayor de 83 años, el cual situado en el centro de la plaza ve
como sus hermanos diablos bailan alrededor de la plaza en círculo, hasta que
éstos se dirigen a él, le rodean y hacen sonar sus cencerros. Es el diablo
mayor quien intentará hacerles callar elevando su porra y haciendo círculos con
la misma.
Es entonces cuando los diablos dan dando vivas a San
Blas, la Endiablada, la Candelaria, y a los forasteros.
Un año más, el rito ha finalizado y la devoción de los
diablos hacia su patrón ha configurado una fiesta ancestral llena de colorido,
estruendo, música y danzas.
Geniales amigo!. La del viejecito con una campanilla asomado a su puerta y sonriendo es digna de una antología de fiestas populares.
ResponderEliminarGracias José. Me alegro que te gusten.
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